Sobrepeso y Obesidad: ¿A causa de qué?


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Si la obesidad fuera una enfermedad únicamente relacionada con el peso y la estética, no existiría tanto énfasis colectivo sanitario en su prevención. Incluso la industria alimentaria se ha visto en la tesitura de incluir en sus programas de marketing alimentario frases como "nos comprometemos con un programa de salud que incentive la práctica de ejercicio físico diario y prevenga la obesidad..." (aunque resulte contradicorio, porque lo que venden va totalmente en contra). ¿Por qué? ¿Acaso la obesidad implica acarrear con más inconvenientes para nuestra salud de los que pensamos?

Es cierto que la mayoría de las personas que padecen esta enfermedad en alguno de sus grados únicamente piensa en perder peso, sea como sea, para verse mejor frente al espejo y subir la moral que tan mermada suelen tener. Y es normal. Y muchos son los que aportan soluciones para estas personas, ofertando programas dietéticos sin soporte, sin sustento científico y que terminan por disipar aun más las ganas y la esperanza de estas personas por perder peso y ganar salud. Verse bien frente al espejo, tener la moral alta, sentirse bien con uno mismo... son cosas realmente importantes, al igual que lo es el hecho de ganar salud.

La obesidad siempre ha sido vista como un exceso de peso en relación a las medidas y proporciones físicas de una persona. Pero este concepto creo que está obsoleto. La obesidad, además de implicar el exceso de peso conlleva otros muchos riesgos para la salud, aparición de otras tantas enfermedades asociadas como pueden ser la diabetes, la hipertensión, enfermedades cardiovasculares y un largo etcétera. Nadie suele tener problemas de sobrepeso u obesidad serios cuando entre los alimentos que componen su dieta se encuentran alimentos de origen vegetal, grasas saludables y proteínas de fuentes de calidad. El problema suele venir cuando en la dieta se integran alimentos superfluos y poco interesantes a nivel nutricional (harinas refinadas, productos altamente procesados, refrescos azucarados y grasas vegetales de mala calidad), que además se incluyen en un estilo de vida sedentario, poco activo y pobre a nivel sociocultural. El problema no está en que se come demasiado, el problema está en que se come "demasiado mal". Y esto puede resultar hasta algo un poco disonante, porque  pese a tener a nuestra disposición la mejor oferta alimentaria de productos saludables de la historia, comemos peor que nunca. 

Vivimos en un ambiente obesogénico, impregnado de ofertas alimentarias que constantemente nos ofrecen una disposición alimentaria "de mierda". Ponen a precios muy competentes alimentos poco o nada interesantes desde el punto de vista nutricional, variedades de productos insanos y superfluos que, además de incidir de lleno de forma negativa sobre nuestra salud, nos hacen desplazar el consumo de otros alimentos que si que deberíamos incluir en nuestra dieta. Alimentos que, al contrario que los ya mencionados ascienden su precio de venta, siendo más dificilmente accesibles a las familias más humildes y propiciando el consumo de los alimentos superfluos sobre la población en general. Esta situación puede resultar algo confusa, porque tampoco hay que pensar que alimentarse de forma saludable es caro e imposible, solo hay que saber escoger siguiendo un criterio razonable de salud, ético y político con uno mismo.

Volviendo un poco hacia lo que antes mencionaba, la solución que muchas personas (incluso profesionales sanitarios) aportan para justificar y solventar el sobrepeso o la obesidad es: "comes mucho, te mueves poco → balance energético positivo y ganas peso". Si mi materia específica fuera el área de bioquímica metabólica, probablemente al oir/leer esta expresión me sentiría alguien inútil, porque haber dedicado mi vida a estudiar reacciones biológicas que se llevan a cabo en nuestro organismo, cuando la justificación es tan simplista es cuanto menos absurdo. No quiero desarrollar aquí todos y cada uno de los puntos por los que estoy firmemente posicionado en contra de esta visión del cuerpo humano como "cosa de la que entra y sale energía, y en función de ello se gana o se pierde peso". Sed críticos en este aspecto, pensad en si realmente importa la cantidad tanto como la calidad.

Creo que el remedio para solucionar esta enfermedad, está bastante claro. Simplemente, evitar el consumo de alimentos superfluos, ultraprocesados e insanos. Al desplazar su consumo, se recurrirán a alimentos más saludables. Al igual que desplazar también otros hábitos de vida que sean desaconsejables y repercutan en otras patologías también asociadas a la obesidad, como pueden ser el consumo de alcohol y tabaco. No olvidemos incluir la actividad física en nuestra vida, y poco a poco el hecho de llevar un estilo de vida saludable será toda una realidad.

Pero creo que es todavía más importante incidir desde otra perspectiva: la prevención. Prevenir es curar a largo plazo. Miremos si no a los niños españoles, a los niños del mundo occidental. Este estudio titulado "Prevalencia de obesidad infantil y juvenil en España en 2012" y publicado en la Revista Española de Cardiología ofrece resultados en los que se determina que "el grupo de edad de 8 a 17 años, en 2012 la prevalencia de sobrepeso es del 26% y la de obesidad, del 12,6%; 4 de cada 10 jóvenes sufren exceso de peso. En el grupo comprendido entre los 8 y los 13 años, el exceso de peso supera el 45%, mientras que para el grupo de 14 a 17 años, el exceso de peso es del 25,5%".

A la luz de los resultadossi no se trabaja en este aspecto la sociedad venidera será una sociedad obesa, que vivirá en un mundo obeso, donde las enfermedades estarán a la orden del día y la esperanza de vida será menor, mucho menor. A un niño es relativamente fácil hacerle entender qué es bueno y qué no es tan bueno para él. Los niños saben que las cosas del suelo no se cogen, porque son "caca", igual que los niños saben que hay que portarse bien en el cole, porque sino luego papá les regaña. Igual de fácil sería tratar de inculcar unos hábitos de vida saludables que implicaran la elección de frutas para el cole, en lugar del zumo y el croissant. Pero claro, el problema reside en la ignorancia, o incluso me atrevería a decir dejadez de los padres con respecto a este tema. Así lo hacen constar en este artículo, donde afirman que "El 33% de los niños tiene sobrepeso pero el 70% de los padres no lo consideran un problema". El problema es no mandarle unas galletas con un zumo al cole a mi hijo, porque... "¿qué pena, no? Todos los niños se llevan y el no". Quisiera que visitáseis este artículo, escrito por una compañera excepcional de divulgación y titulado "Mami, no quiero estar gordo"del cuál cito textualmente una frase concreta: "¿En serio eso es lo que te da pena? Lo que me da pena a mi es que haya niños obesos por padres inconscientes. En primer lugar, tu hijo no debe pasar hambre para perder peso y en segundo, los niños que comen proesados no me dan pena, al contrario. Piénsalo".

La tasa de obesidad infantil no hace nada más que crecer. Pese a que tenemos estrategias magníficas y que funcionan perfectamente estamos ante la mayor epidemia de obesidad jamás vista, no solo en España si no en el mundo occidental entero. Mientras la mitad del país muere de opulencia, la otra mitad muere de hambre. ¿Causa? Somos unos seres imperfectos, cuyos intereses no están incentivados por la salud de las personas, pero sí por el dinero. Políticas, marketing, poder adquisitivo... ¿Dónde encuadramos el origen? ¿Hay algún culpable? En todo caso, los culpables somos nosotros mismos.

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