¿Es el peso un condicionante en la fertilidad?


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La infertilidad afecta a 1 de cada 7 parejas , y la obesidad femenina es uno de los factores que se asocia con anovulación en las conclusiones de varios estudios científicos. La prevalencia de sobrepeso y obesidad en mujeres en edad reproductiva ha aumentado en los últimos 30 años, probablemente debido al consumo de alimentos muy procesados y el nivel de vida sedentario que se han implantado como costumbre en nuestra sociedad. Los mecanismos por los que el exceso de grasa interfiere en la fertilidad parecen estar relacionados con interacciones directas con los ovocitos, es decir, las células germinales femeninas que darán lugar al óvulo, además de intervenir en la segregación de hormonas que adecuan al organismo para la concepción, alterando el ciclo fértil. La pérdida de peso en mujeres ha demostrado que mejora la concepción y el estado de fertilidad previo. La epidemia de obesidad ha ido acompañada también de un aumento potencial en la infertilidad masculina, hecho que se ha atribuido a los trastornos hormonales y los parámetros de calidad del líquido seminal obtenidos. 

Además, en un estudio realizado y titulado “Practice paper of the Academy of Nutrition and Dietetics abstract: nutrition and lifestyle for a healthy pregnancy outcome”, se objeta que entre los componentes que conducen a los resultados de un embarazo saludable se incluyen “posesión de peso saludable antes del embarazo, aumento de peso adecuado durante el mismo, la práctica de actividad física durante el embarazo, el consumo de una amplia variedad de alimentos que proporcione una cantidad adecuada de vitaminas y minerales, evitar el alcohol y otras sustancias nocivas y la manipulación segura de alimentos”. Por lo que obviamente, sí, el peso es un condicionante en la fertilidad. Pero... ¿Existe eso del “peso adecuado? ¿O deberíamos hablar de “peso saludable”?

La obesidad es una enfermedad que obviamente está relacionada con el tipo de alimentación que tenemos. Una persona no está obesa o padece sobrepeso por hincharse a lechuga, o a fruta, seamos razonables. Pero también hay que decir que juega un papel importante la predisposición genética que se tenga a ganar más o menos peso, así como también influye el nivel de actividad física diario. Son variables que actúan en conjunto para favorecer la ganancia o pérdida de peso, aunque esto no siempre es un buen indicativo para controlar nuestro estado de salud. Una persona que esté aparentemente delgada, no tiene por qué estar sana, y viceversa, una persona más bien rellena no tiene por qué estar insana. Es importante que pensemos en alimentarnos de forma saludable, llevar un estilo de vida activo y evitar costumbres insanas como el fumar o el beber alcohol, y ya nuestro cuerpo se encargará del resto, de ganar o perder peso en función de las necesidades. Lo que quiero decir, es que nos preocupemos por estar sanos, no por llegar a tener un peso concreto.
Más que saber qué alimentos hay que comer, tenemos que saber qué alimentos no hay que comer. No hay que comer alimentos ultraprocesados (preparados cárnicos, bollería industrial, precocinados...), harinas refinadas (pan blanco, arroz y pasta no integrales...), aceites vegetales de mala calidad (grasas trans, contenidas en alimentos altamente procesados), ni alimentos que contengan grandes cantidades de azúcar y/o sal. Si evitamos consumir este tipo de productos automáticamente los vamos a reemplazar por otro tipo de alimentos que son más aconsejables, más sanos. Resumiendo, cuantos más alimentos vegetales mejor, y las proteínas y grasas que sean de calidad (al final los “veggies” son los más listos).
Si en lugar de desayunar “cereales de desayuno” desayunas una pieza de fruta y media tostada de pan integral con aceite de oliva virgen, pues eso que te llevas en salud, que no te has comido un croissant y un cola-cao. Así en cada una de las comidas que decidas hacer a lo largo del día. Puede que al principio, si no estás acostumbrado/a a llevar ese “patrón” de alimentación en tu día a día, se te haga un poco difícil de seguir. Pero es cuestión de días, y créeme que acabarás agradeciendo haber decidido cambiar tu forma de comer, ya no solo por reducir tu peso y mejorar tu estado de fertilidad, sino porque además le estarás proporcionando a tu cuerpo los nutrientes que necesita y las herramientas necesarias para prevenir un montón de enfermedades y dolencias que pueden mermar tu calidad de vida.

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