Sesgos y dietas: "¿Qué es lo mejor?"
en categoría Salud, Ciencia y Divulgacion
Cuando se ofrece un servicio dietético-nutricional personalizado por parte de algún profesional sanitario, los pacientes o personas que acuden suelen solicitar, además de una solución a alguno de sus problemas de salud relacionado con la nutrición y el estilo de vida (obesidad, hipertensión, colesterol, diabetes...) que, su Dietista-Nutricionista le disipe las innumerables dudas que le surgen a la hora de comer, así como que "le recomiende" un tipo de "dieta", que sea "la mejor de todas".
Esto, en realidad es algo que en teoría debería ser solventado por parte del D-N, puesto que alguien acude a ese profesional sanitario con el fin de aprender qué es y qué no es lo mejor para el/ella. Pero la realidad es que no existe un ideal de "dieta perfecta" estandarizada y establecida como "la mejor", que predomine exacerbadamente sobre el resto de tipos de dietas que existen. Tanto es así que por parte de muchos D-Ns y demás profesionales de la salud, hay una gran controversia en relación a qué tipo de dieta es mejor. Hay simpatizantes de las dietas "Low Carb", otros que lo son de las dietas "Paleo", o de la dieta "mediterránea", etc. Todos ellos aportan argumentos a favor (y pocos en contra) de las bases sobre las que se asientan las dietas que defienden. Esto crea una polémica que gira en torno a los alimentos, entre los simpatizantes de unas y otras dietas (cada uno con sus propios sesgos), que acaba creando una enorme e innecesaria confusión entre la relación existente entre "salud y alimentos".
Si hay algo que los Dietistas-Nutricionistas hemos defendido una y otra vez es la necesidad de individualizar y personalizar, cuando se trata de pautar/indicar una serie de recomendaciones dietéticas. Es decir, el hecho de adecuar una dieta a alguien en función de sus necesidades, teniendo en cuenta los principios morales, las creencias, los gustos/preferencias, la ética, criterios de biosostenibilidad... propios de "ese alguien", es algo inherente a la coherencia que se integra en la figura del Dietista-Nutricionista. De hecho, una de las razones por las que el colectivo de D-Ns ha criticado en varias ocasiones a la pirámide alimentaria es su poca versatilidad, ya que esta se ciñe a unos patrones dietéticos estandarizados y pretende servir como "modelo dietético" a todas aquellas personas que deseen adquirir unos buenos hábitos alimentarios (hecho que es más que cuestionable), sin tener en cuenta las peculiaridades propias de cada persona de las que antes hablábamos. De esta forma, se da a entender que si no se siguen las recomendaciones reflejadas en el modelo de la pirámide (por la razón que sea), no es posible seguir/adquirir unos hábitos alimentarios saludables.
Con las distintas corrientes dietéticas pasa exáctamente lo mismo. Cada una soporta o defiende una serie de argumentos que justifican el uso de la dieta que en cuestión defiende, sin cuestionarse si puede ser más o menos adecuada para uno u otro individuo, ya no en función de las peculiaridades propias de cada persona (religión, ética, preferencias...), sino en función del estado de salud que posea. Es decir, por poner un ejemplo: si la dieta "paleo" justifica el consumo de carne y excluye el de legumbres y yo tengo una patología asociada a problemas cardiovasculares, quizás sea más recomendable incluir en mi dieta las legumbres como fuente proteica por los distintos atributos que la asocian con mejoras a nivel cardiovascular y efectos preventivos contra determinadas patologías asociadas (aunque claro, esto depende del criterio y sesgo que cada uno tenga). ¿Quiero decir con esto que la dieta "paleo" es menos recomendable? En absoluto. Pese a que no simpatizo del todo su filosofía por la exclusión de una serie de alimentos (legumbres, lácteos, cereales...), sí que comparto la exlusión de otros tantos (azúcares refinados, sal, aceites vegetales de mala calidad ⇔ productos ultraprocesados). Ahora es cuando viene la pregunta del millón: ¿puede considerarse saludable la "paleodieta"? Pues, bajo mi punto de vista sí. Toda aquella dieta que priorice el consumo de frutas, verduras y hortalizas y excluya el consumo de productos ultraprocesados y materias primas de mala calidad merece ser calificada como saludable. Pero debe quedar claro que, en este contexto, "saludable" no es lo mismo que "recomendable". Es decir, el que una dieta sea "saludable" no quiere decir que sea "adecuada" para mí, si valoramos un abanico en el que se tengan en cuenta una serie de necesidades que cubrir más allá de la mejora y mantenimiento del estado de salud.
Las recomendaciones dietéticas están empezando a darse de forma "sesgada", es decir, con argumentos a favor o en contra de una determinada filosofía dietética según la influencia personal a la que esté sometido el profesional sanitario que las ofrece. Como consecuencia de esto han ido surgiendo diferentes corrientes que defienden los diferentes tipos de dietas, sustentadas todas ellas en algún principio principal utilizado de forma general para argumentar su validez. Por eso, determinar el consumo de ciertos tipos de alimentos en función de distintos tipos de "dietas" o "filosofías dietéticas" puede ser un error. Los alimentos debemos utilizarnos como herramientas o piezas constituyentes de una dieta personal, adecuada a nuestras necesidades personales y compatible con un estilo de vida saludable que nos permita alcanzar y mantener un buen estado de salud. Los alimentos son más complejos y van más allá de cualquier concepto o ideología que pretenda categorizar y estandarizar el consumo cerrado de algunos de ellos en relación a una creencia que puede o no, tener algún sustento.
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